martes, 3 de mayo de 2016

Poco que ofrecer.




Me disculpará usted
Pero esta noche no hay champagne
Solo ofrezco una mente burbujeante
Una velada sencilla
Unas cuantas copas de poesía
Unos cuantos bocados de palabra, de humanidad
Podríamos dedicarnos delirios de ciencia
Preguntas inconcebibles sobre el universo
Y uno que otro susurro de erotismo

A mí particularmente me gusta amenizar las charlas
Música de fondo, moderada claro está
Quizá algún blues que se pinta nocturno en el cielo
O algún jazz en el crujir de la madera que perece
Pero sabrá usted que no hay nada más bello que el clasicismo
No hay melodía que se compare con sus ojos de antaño
No hay palabra que envuelva su mirar cotidiano y distante.

Para finalizar la velada
Podríamos escribir sigilosos piel a piel
Quizás en la suya mis secretos más oscuros
O en la mía sus miedos más profundos
No importa el significado ni la elegancia
Lo importante es que haya una excusa
Para perder nuestros versos en la profundidad del aliento
Y plasmar en la noche
La figura itinerante de nuestros cuerpos plácidos por doquier.



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