lunes, 25 de julio de 2016

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Cuánto quisiera llorarte, pero vacíos están ya los pozos de mi desdicha. En compensación por lo dicho, arrastro la tempestad de los cielos, los magníficos resplandores que rompen la cúpula tal como se desgarra mi alma, tan magnifica representación de lo que sería correcto, es mi ofrenda al recuerdo de lo amado, este es mi luto inerte e incongruente, plácido y sin sentido, mórbido y alucinante, tan llevadero como la brisa, tan sereno como el vacío de la nada, de lo inexistente.


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