Que la noche me inunde con su silencio estrepitoso
para que el alma no duerma por si llegas depronto
este mar citadino de llantas que rugen sobre el asfalto
detonan añoranza sobre tu vestigio
quizas uno de estos rugires de goma negra
rueden debajo de ti y te traigan, sin prisa
que la noche me arrope con el frío, rápido, que me arrope
que ya vienes llegando y traes contigo el calor que te has llevado
que ya no tus cabellos risados me envuelven
pero vendrás en el camino curbándolos con tus dedos
ya te espero con mi palpitar altivo
ya te espero y aún no te has ido
aunque el tap de tus tacones cruzó la calle
tu aroma cerrero se ha quedado conmigo
¿a dónde fuiste quizás a las montañas?
¿por qué tardas ahora, oh dulce olvido?
F. Briceño
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