Bendigo el sentido de mi tacto
por él comprendo los surcos de tu piel trémula
persigo aquel fuego que se resguardaba bajo tu seda
y que ahora me recorre por dentro
por el entramado de terminaciones nerviosas, serenas.
Sin embargo, a veces me pregunto
¿en dónde puedo encontrar las terminaciones del alma?
pues me urge arrancarlas, hilarlas, tejerlas y secarlas al sol
y que la vida ya no me destroce con el sentir de este tacto inmaterial
que hasta adentro no llegue más nunca ni fuego ni aspereza
aunque del buen sentir renuncie a sus placeres
pues hay dolores que son un precio demasiado alto
un infortunio en este libre mercado que devora todo a su paso.
Nada es suficiente, nada nunca
tan solo aquellas veces que la droga momentánea del buen sentir
del amar
nos induce en un estado narcotizado
y nos invade aquella amnesia cruel del dolor que siempre llega
F. Briceño
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